viernes, 18 de julio de 2008
Amor azul
No recuerdo la última vez que tuve recuerdos de tu sonrisa. Ni tampoco cuando soñaba despierto tras el surco de tu almohada. Siento como si me hubiera ido. Ni siquiera ahora que golpeo con saña las teclas de esta vieja máquina de escribir logro concentrarme en algo. Lo decía mi padre cuando me veía perder la vista entre los cirros del horizonte: “¡este niño está chiflado ¡ ”. Pero yo no le hacía caso porque sentía la llamada del cielo. Intuía con una fuerza divina como el celeste azul me atraía hacia él como un imán, levantándome, izándome, lanzándome contra su bóveda.Mi afición, mi devoción, por el cielo no hizo otra cosa que crecer paralelamente a las palizas casi diarias que mi padre me daba, las botellas de güisqui que mi madre se bebía a la semana y los porros que aderezaban mis tardes de observación de amante de la cúpula azul sobre mi cabeza. Ya lo sabes, apuré mis estudios y me gasté una pasta que tenía ahorrada por trabajar en el matadero de Jonson, para estudiar en la academia de vuelo de Tampa Bay. Mis padres lo vieron con buenos ojos…… los de mi padre descansaban junto con el resto de su cuerpo a cinco metros bajo tierra en el ataúd que yo mismo le hice, y los de mi madre, entrecerrados, hinchados y legañosos por los medicamentos que le daban en el sanatorio donde la ingresé. Lo dicho, con buenos ojos.En cuatro años devoré la materia y las asignaturas de la academia porque era amor, no trabajo. Había alumnos que sentían también eso por el cielo pero lo mío iba más allá, lo mío era…. Comunión. Seis meses después de graduarme comencé a trabajar para la American Trasbus. Surcaba las nubes, las atravesaba, las acariciaba, las saboreaba…..entonces te conocí. El azul de tus ojos auxiliaba mis llantos cada vez que bajaba del avión que me llevaba hasta el cielo, era como tener mis deseos en dos globos oculares. Nos enamoramos, ¿recuerdas?...Pero mi cielo se nubló. Comencé a querer más, a buscar cielos superiores. Un sentimiento de deseo y ansiedad me superaban por momentos. Empecé a aumentar la velocidad de los viajes y algunos pasajeros se quejaron. Todo se precipitó. ¿Recuerdas cuando en un arranque de…locura, cogí aquel jet y por poco me escapo? Fueron momentos de un sentimiento de libertad seguro, cierto y aplastante. Me atraparon, me juzgaron y me quitaron todos los carnés de vuelo. Me dieron por loco y tú dijiste que ya no era el mismo, que me quedaba horas mirando al horizonte, que miraba tus ojos azules como si no fueras otra cosa que eso…dos bóvedas celestes en miniatura. ¡No podías abandonarme! ¡Me habían quitado las alas pero no me quedaría sin mis cielos!Ezequiel Martins se levantó de su escritorio donde reposaba su vieja máquina de escribir Olivetti y cruzó pausadamente el salón de su casa. Dirigió una rápida e indiferente mirada al cuerpo de su novia muerta que yacía en el suelo de la cocina junto a un charco de sangre, sesos y vísceras. Cogió un frasco que tenía mimosamente colocado en la repisa y, sentándose en su sillón de piel favorito, se dispuso a horas de contemplación de sus pequeños cielos.Dentro del frasco dos ojos azules descansaban sumergidos en formol.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
es una historia que no da miedo pero es un tanto macabra
Publicar un comentario